MEDITACION
 

06. De la caída del hombre, del pecado y su catigo
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1. A pesar de que Dios creó al hombre recto y perfecto, y le dio una ley justa, que hubiera sido para vida si la hubiera guardado, y amenazó con la muerte su transgresión, el hombre no la honró por mucho tiempo,1 usando Satanás la sutileza de la serpiente para subyugar a Eva y luego a través de ella seduciendo a Adán, quien sin ninguna coacción, deliberadamente transgredió la ley bajo la cual habían sido creados y también el mandato que les había sido dado, al comer del fruto prohibido,2 lo cual agradó a Dios permitir, conforme a su sabio y santo consejo, habiéndolo ordenado con el propósito de que fuera para su propia gloria.3

1. Ecl. 7:29; Rom. 5:12a, 14,15; Gén. 2:17; 4:25-5:3.
2. Gén. 3:1-7; 2 Cor. 11:3; 1 Tim. 2:14.
3. Rom. 11:32-34; 2 Sam. 24:1; 1 Cró. 21:1; 1 Rey. 22:22,23; 2 Sam. 16:10; Hch. 2:23; 4:27,28.

2. Por este pecado, nuestros primeros padres cayeron de su justicia y rectitud original y de su comunión con Dios, y nosotros en ellos, por lo que la muerte sobrevino a todos;1 viniendo a estar todos los hombres muertos en pecado, y totalmente corrompidos en todas las facultades y partes del alma y del cuerpo.2

1. Gén. 3:22-24; Rom. 5:12ss.; 1Cor. 15:20-22; Sal. 51:4,5; 58:3; Efe. 2:1-3; Gén. 8:21; Pro. 22:15.
2. Gén. 2:17; Efe. 2:1; Tit. 1:15; Gén. 6:5; Jer. 17:9; Rom. 3:10-18; 1:21; Efe. 4:17-19; Juan 5:40; Rom. 8:7.

3. Siendo ellos la raíz de la raza humana, y estando por designio de Dios en lugar de toda la humanidad, la culpa del pecado fue imputada y la naturaleza corrompida transmitida a toda la posteridad que descendió de ellos mediante generación ordinaria, siendo ahora concebidos en pecado, y por naturaleza hijos de ira, siervos del pecado, sujetos a la muerte y a todas las demás desgracias –espirituales, temporales y eternas–, a no ser que el Señor Jesús los libere.1

1. Rom. 5:12ss.; 1 Cor. 15:20-22; Sal. 51:4,5; 58:3; Efe. 2:1-3; Gén. 8:21; Pro. 22:15; Job 14:4; 15:14.

4. De esta corrupción original, por la cual estamos completamente indispuestos, incapacitados y opuestos a todo bien y enteramente inclinados a todo mal,1 proceden en sí todas las transgresiones.2

1. Mat. 7:17,18; 12:33-35; Luc. 6:43-45; Juan 3:3,5; 6:37,39,40,44,45,65; Rom. 3:10-12; 5:6; 7:18; 8:7,8; 1 Cor. 2:14.
2. Mat. 7:17-20; 12:33-35; 15:18-20.

5. La corrupción de la naturaleza permanece durante esta vida en los que son regenerados;1 y, aunque aquella sea perdonada y mortificada por medio de Cristo, ella misma y sus primeros impulsos son verdadera y propiamente pecado.2

1. 1 Juan 1:8-10; 1 Rey. 8:46; Sal. 130:3; 143:2; Pro. 20:9; Ecl. 7:20; Rom. 7:14-25; Stg. 3:2.
2. Sal. 51:4,5; Pro. 22:15; Efe. 2:3; Rom. 7:5,7,8,17,18,25; 8:3-13; Gál. 5:17-24; Pro. 15:26; 21:4; Gén. 8:21; Mt. 5:27,28
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